Tamarugos: Los árboles que acompañan al viajero en la Pampa del Tamarugal
Cuenta la leyenda de La Tirana, que la Ñusta se escondía entre el bosque de estos ejemplares, los cuales continúan en la lucha por seguir vivos.
Altos, robustos y acogedores. Pueden llegar a vivir cientos de años y alcanzar los 15 metros de altura. Los tamarugos son los protagonistas al interior de la Región de Tarapacá, enclavados en el desierto más árido del planeta, que con su presencia lo convierte en un verdadero Oasis. Sencillamente sustentan la vida en la Pampa del Tamarugal. El valor que tiene este ser vivo en el Norte de Chile es trascendental, no sólo por su función en el ciclo del agua, sino por varios factores socioculturales. Sin embargo, por una serie de fenómenos a lo largo del tiempo, el bosque de tamarugos se fue reduciendo y el desierto comenzó a ganar espacio. “El bosque de Tamarugos te permitía que el desierto no fuera tan crudo, porque te daba sombra, abrigo, frutos y permitía la crianza de animales. De tal manera, que la leyenda de La Tirana no se puede explicar a luz de cómo se encuentra el bosque del tamarugal hoy, porque uno dice dónde se escondía la Ñusta, si acá no hay bosque, pero existían bosques tremendos de Tamarugos”, explica el sociólogo Bernardo Guerrero.
El Tamarugo
Este ser vivo es importante desde una mirada cultural, social y medioambiental para la Región de Tarapacá. “Aún se puede apreciar en el sector de ramaditas, casas construidas con sal y Tamarugos. Siempre ha estado en la vida del pampino, crea múltiples servicios ambientales. Toda la zona de La Tirana y la Huayca, que es un sector de 25 km de parcelas de agrado, son cobijados por estos bosques de Tamarugos. Además, es de vital importancia para el ganado”, detalla Boudon
Una de sus principales funciones radica en dar agua en la pampa, evita que esta se evapore por los salares, es decir, genera el ciclo del agua. También evita que lleguen las tormentas de arenas a los poblados, ya que los bosques desvían las masas de arenas y a pesar de las condiciones adversas del entorno, aún prevalecen y acompañan al habitante en su recorrido por el desierto.
“Un escritor iquiqueño de los años 40, Luis González Zenteno, realizó un símil entre el hombre nortino y Tamarugo. El hombre nortino es como el tamarugo, porque crece en condiciones adversas y es muy resistente. Siempre resistimos a todas las condiciones adversas de la naturaleza”, reflexiona Guerrero.
Por medio de tres formas distintas, el tamarugo se nutre para vivir. Dos de ellas son por las vías de las raíces y la otra por sus espinas. “Una es de raíz de radicular que esta superficial, capta la humedad de las camanchacas o humedad del ambiente. Otra trata de una raíz que es flotante y es como un verdadero taladro que llega a las napas freáticas, donde saca agua para subsistir. Y la última, es con sus espinas que las utiliza para captar la humedad del ambiente”, sostiene el director de Conaf. Reforestación En 2020 el Estado aprobó un proyecto en la Primera Región, que trata de reforestar más de 100 hectáreas de Tamarugos, proyecto que cuenta con un monto de 450 millones aproximadamente y su duración será de ocho años. La importancia de este ser vivo es vital para la Pampa del Tamarugal, por su versatilidad de crecer en condiciones adversas; entregar agua a la zona; albergar distintos ciclos de vidas, desde pequeños insectos hasta grandes mamíferos; cobijar a las familias que crecen en el desierto y porque este árbol ha sobrevivido a los grandes cambios climáticos que ha sufrido nuestro planeta. Sin su existencia la pampa se acaba y por eso, es relevante destacar su valor para que continúe vivo al cuidado consciente de los humanos.
La historia relata que estos ejemplares, en la época del guano, en pleno Virreinato del Perú, comenzó a ser utilizado como leña para las calderas de los trenes que transitaban por la zona. Durante la Colonia, la explotación de la plata en Huantajaya fue en varios momentos el eje de la economía regional, pero a pesar de ello, se estaba comprometiendo la extinción de los tamarugos, ya que fue ocupado como carbón para sus fundiciones. Esta situación se repitió en los años del salitre, donde este árbol fue la zona de sacrificio para las oficinas que extraían el también llamado oro blanco. De hecho, “en el período del salitre quemaban los tamarugos desde sus pies, no se daban el tiempo para cortarlo”, cuenta el director de Conaf, Juan Boudon. Con la aparición del salitre sintético, la decadencia del nitrato natural chileno provocó la baja de su producción y en pocos años, se produjo el cierre paulatino de aquellos asentamientos que generaron un vivir en comunidad y que criaron a personas que siguen viviendo por estos días. Ante la crisis, el gobierno de la época realizó un programa de empleo que buscaba suplir la cesantía por la aparición del nitro alemán. “En inicios de 1970, el Estado de Chile, a través de Corfo, impulso la reforestación de la Pampa del Tamarugal, donde le pagaba a las personas por árbol plantado. Fue la inversión más grande que hizo el Estado en un proyecto de conservación. Y así fue como se plantaron 30 mil hectáreas, fue la reforestación de un árbol nativo de Chile”, recuerda Boudon. Además, agrega que actualmente el lugar cuenta con aproximadamente 1.500 árboles de tamarugos nativos, es decir, tres mil hectáreas de bosque natural y 30 mil hectáreas de plantación forestal.
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