La periodista Nitza Marchant siempre ha cultivado el amor por las manualidades y desde niña, junto a su abuela, fue incursionando en técnicas como el tejido y la costura. Más adulta se adentró en la pintura, los colores, las mixturas y la aplicación de técnicas mixtas, siempre a una escala menor.


“Fui adquiriendo con los años todas esas técnicas, pero no les daba un mayor valor hasta que en algún momento de la vida volqué toda mi energía a construir un mundo que me generara armonía dado que estaba en una profunda depresión”, contó.
El hecho que gatilló este cambio fue la muerte de su padre en 2017, quien falleció a pocos pasos de su actual hogar en la ciudad de Iquique. “Mi padre siempre fue una persona muy optimista, entusiasta y alegre, pese a sus enfermedades, entonces yo debía volcarme a un mundo de colores y así empecé a aplicar todos estos conocimientos para crear un entorno confortable y agradable para mí y mis hijas”, recuerda.

Su hogar lo construyó desde cero y para poder llenar todos sus espacios comenzó a adquirir muebles que muchas personas descartaban y dejaban en la basura afuera de sus casas. “Cuando yo estaba en proceso de adquirir esta casa, le dije a mi padre que fuéramos a verla juntos porque estaba orgulloso del logro de sus hijos, pero él murió en la esquina de mi casa, lo atropellaron, entonces yo paso todos los días por el lugar donde él murió. Imagínate lo terrible que es eso, pero adquiere un carácter simbólico, porque él se quedó aquí”, confesó la profesional.


Una vez que logró despejar esa nube negra, Nitza demolió la casa original y la construyó desde cero. Para amoblarla comenzó a buscar productos de segunda mano. Ahí comenzó a volcar todos sus conocimientos de pintura, envejecimiento y manejo de telas en la restauración de muebles que le permitieron recuperar su casa como espacio físico.
Durante los meses más complejos de la pandemia realizó talleres de auto valoración y autoestima a mujeres en procesos de tristeza y frustración. “Las personas se fueron contagiando de esta nueva energía y este nuevo espíritu y comenzaron a entender que, si bien el cerebro no sabe olvidar, si puede reemplazar aquellos pensamientos”, agrega. Incluso algunas personas de otras partes de Chile también la han contactado a través de redes sociales para enviarle elementos con valor familiar, con el fin de que ella pueda resguardarlos.


La profesional también comparte a través de sus redes recomendaciones en alimentación, maquillaje y, sobre todo, historias que ella misma escribe como periodista en base a los distintos objetos que recoge para reutilizar, desconociendo su pasado, pero dándole un futuro a aquellos elementos inanimados. También ha escrito cuentos infantiles y obras de teatro para su lugar de trabajo, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), donde ha creado historias basadas en animales de la zona, como la rana chilena y el sapito cuatro ojos como purificadores del agua.


“Hace poco escribí la historia de una taza y un plato que encontré en momentos distintos y me los imaginé como una pareja que se separó en algún momento de la vida, pero que cruzó el océano para reencontrarse a través de mí, entonces ahí logro escribir y transmitir que se puede salir de este estado. Todo depende de la actitud y de adornar nuestra vida”, comenta.


Nitza cree que las personas debieran confiar en las nuevas oportunidades, una nueva vida que ella misma intenta dar a las cosas que encuentra en la calle: “Estamos reciclando madera, contribuyendo con una pequeña partícula a la conservación de nuestra biodiversidad, porque este material puede terminar desechado, pero le damos un nuevo uso”.

Por: Mauricio Torres Parede / Fotos: LaQuinta-news / Cortesía

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