Con la música de los bronces en un ambiente que hace recordar los tiempos de Diablada en el pueblo de La Tirana, reciben Víctor Espinoza y Kler Reyes a los invitados de su chacra. La pareja emigró de Iquique hace aproximadamente cuatro años, para vivir en una humilde parcela realizando una labor directa con los animales.

Familia Espinoza Reyes


Ella es amante de los perros y tiene un refugio para ellos cerca de su propiedad, en el kilómetro 15 antes de llegar a La Huayca, pero también ayuda a su esposo a mantener la crianza de cientos de gallinas y miles de pollitos que dan vida a los Huevos Arrebol. Este, además de ser el tono que adquiere el cielo al amanecer y al atardecer en la Pampa del Tamarugal, también es el nombre que escogieron para su producto. “Si la persona investiga se va a dar cuenta de por qué lo seleccionamos, eso es lo que somos y las yemas de nuestros huevos tienen ese tono”, comenta Espinoza.
Los iquiqueños con mucho esfuerzo y ante la adversidad de las extremas temperaturas de esta zona, sienten gratificación al ofrecer huevos que nacen de gallinas que tienen un ciclo normal, descansando durante la noche para poner los huevos en el día, ya que no las mantienen con luz artificial.

INVERSIÓN
El proyecto nació porque se cansaron de vivir en la capital regional y apostaron por comprar gallinas en el sur de Chile con el dinero que había ahorrado Víctor como comerciante durante toda su vida.
Con materiales reciclados del mismo desierto construyeron el cierre perimetral, los gallineros y los espacios para cuatro conejos y alpacas que hacen aún más lúdico el recorrido de las instalaciones, si se va acompañado de niños.


La gran apuesta vino hace un mes, con el nacimiento de más ganado en un nuevo galpón de 2.500 metros cuadrados destinados para ellas y aunque sabe que el gasto económico es alto al contar que ha desembolsado tres bidones grandes de gas en 25 días, mantiene vigente el anhelo de que algún día, no tan lejano, puedan alimentar a las pollas con hortalizas y alfalfa, además de liberarlas en la hora del atardecer para que pastoreen.
Reutilizar el agua ha sido primordial y han optado por alimentos naturales traídos desde Arica o sembrando acelgas. Tampoco les quitan el piquito a las gallinas, una práctica que se realiza en otros lugares para evitar que rompan los huevos.


“Hemos sido capaces de manejarlo, es bastante esfuerzo porque el trabajo no es automatizado, pero hemos logrado que las gallinas se alimenten, tomen agua, duerman bien y descansen porque hay mucho silencio”, cuenta Espinoza.
En el caso de que alguna de ellas se enferme, se ataca con limón, jengibre y otros productos naturales. “No usamos antibiótico, aunque tenemos gran porcentaje de mortandad, pero no lo atacamos (el virus) con amoxicilina, porque nuestros clientes tienen confianza en lo que están consumiendo”.
Hasta antes de la pandemia, se estilaba que recibieran a las familias con la intención de inspirar y de que se animen al reciclaje, además de vivir un grato momento con los animales en el desierto. “Hay gente que llega y se emociona o pasan por cinco minutos y se quedan hasta cuatro horas”, agrega.


Para la familia, la respuesta ha sido muy positiva, tienen más demanda de lo que producen, pero no por eso quieren explotar a las gallinas y prefieren que así sea, porque ven la aceptación de sus clientes al comprar un huevo que tiene el mismo costo que el de un almacén de barrio por unidad, debido a los gastos que implica.


Este núcleo familiar se apoya entre sí en las diferentes tareas que demanda el trabajo independiente, los más grandes han aprendido a vacunar, el hijo mayor colabora repartiendo a cada cliente la producción en Iquique y hasta el más pequeño, Max, ayuda a la hora de darles el alimento y el agua.
Por el momento, el dinero que obtienen de las ventas de los huevos lo invierten en comprar el sustento que necesitan las aves, aunque creen firmemente que pronto obtendrán ganancias para hacer el proyecto aún más rentable.


“Queremos demostrar nuestro logro, lo que es posible con mucho cariño. Es demostrar que sí se puede y si nos da una ganancia suficiente para seguir aquí, somos felices”, finaliza.

Por: Nancy Páez Fotografía: LaQuinta-news

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