Son 70 voluntarios que promueven la consciencia ecológica y las acciones rápidas.

“Lo vamos a hacer y no esperaremos a nadie”, ha sido el lema de la organización La Huerta en la Calle, que hace más de un mes comenzó a operar en Iquique y Alto Hospicio, instalando espacios verdes y realizando acciones medioambientales, para aportar en la reducción de la huella de carbono que atenta a la existencia humana, producto del cambio climático.
Construyendo bancales para lo que será la huerta de la Fundación Niños en la Huella, estaba Eduardo Sandoval, uno de los creadores de la iniciativa que ya cuenta con 70 voluntarios dentro de la Región de Tarapacá.
El joven oriundo de Talcahuano, cuenta que llegó a Iquique junto a su familia cuando tenía 10 años y desde ahí, su vida ha sido más bien nómada, desarrollándose también en Antofagasta y siendo guardaparque en las Torres del Paine.


Hace dos años volvió al norte y emprendió con Eduardo San Arte Espacial, una marca dedicada a construir muebles con madera reciclada. El reforestar la Patagonia y las herramientas que ha adquirido con la construcción, hicieron más orgánica la idea de ir generando pulmones verdes en el desierto más árido del mundo.
Eduardo agrega que la inspiración de llevarlo a cabo, partió cuando vio a su amiga Hellen hacer un huerto en la entrada de su casa, para no seguir viendo colores opacos apenas llegaba y a la cual llaman la huerta cero.
“Vi el éxito que tuvo mi amiga con lo que había hecho afuera de su casa y tuve la idea de replicarlo en todos lados (…) que se llene esto de verde. Con la gente que quiere una huerta nosotros vamos y se la hacemos, los capacitamos, les enseñamos a reutilizar, a compostar, germinar y que sean sustentables, así nació”, relata.
En menos de dos meses han dejado operativas cinco huertas, creyendo firmemente en acciones concretas e inmediatas, porque “la burocracia en Chile es tremenda y no podemos estar esperando un año a que me den el dinero para hacer un huerto”.

LIMPIEZA
El pasado 29 de mayo, parte del equipo llegó hasta el Cerro Dragón, la duna urbana más grande del mundo, para realizar una limpieza del entorno por la constante basura que se acumula y que los propios ciudadanos dejan cuando visitan el Santuario de la Naturaleza.
Para ellos, tal actividad es un pequeño aporte de muchas otras acciones que estarán haciendo, con claras intenciones de volverse un “movimiento social grande e imparable y ya lo estamos logrando”, puntualiza.


ALIMENTO PARA LAS FAMILIAS
Pintando de negro los bancales estaban Alejandra Bravo, asistente administrativa de Niños en la Huella; Jessica Mendoza, directora del Centro Comunitario El Rubio y Rita Estuardo, coordinadora de los centros de la Fundación. Esta última, explica que la idea de sembrar partió en septiembre del año pasado, cuando vieron a los 32 niños y a las 21 familias con las que trabajan, enfrentadas a las dificultades de la pandemia.
“La idea es realizar un huerto sustentable donde tengamos algunas hortalizas y podamos darles a los mismos apoderados como una ayuda en sus hogares (…) Tenemos otro centro en la Jorge Inostrosa que se llama Mi Refugio, ellos están haciendo un proyecto con la misma intención, pero es una panadería, entonces la idea es que como somos el mismo centro podemos llegar a hacer trueque, donde ellos nos den pan y nosotros hortalizas”, explica.
En un principio todos los apoderados tuvieron capacitaciones online sobre agricultura y hasta el momento, los más pequeños se han llevado cajas de tomates a sus hogares para pintarlas y sembrar allí, dado las extensas cuarentenas y la imposibilidad de salir. Por esa razón, a través de redes sociales contactaron a La Huerta en la Calle para concretar la producción e iniciar con el compostaje.

“Creo que es una buena iniciativa el haber hecho el contacto con los chicos de La Huerta en la Calle e irnos apoyando mutuamente en lo que se vaya generando, en qué podemos aportar nosotros y el día de mañana ver cómo podemos ir difundiendo los puntos verdes y todo lo que se está dando”, sostiene Jessica.
Fue así como en una jornada se unieron tres equipos de trabajo con un solo propósito, cultivar alimentos para las familias que no todos los días tienen la oportunidad de abastecerse y que es parte de la realidad que se sigue viviendo en una de las zonas más extremas del país.

Por: Francisca Cabello Iriarte Fotografía: LaQuinta-news – Cortesía

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