Trabajan e impulsan el vermicompostaje entre familias de Alto Hospicio.


La educación ambiental es la clave para que las nuevas generaciones puedan salvar al planeta del daño que los seres humanos hemos provocado por la poca conciencia de reciclaje. Desde esa base, en la comuna de Alto Hospicio existen dos profesoras, Camila Orellana y Andrea Toledo, quienes motivadas con esta misión social, decidieron enseñarles a sus alumnos la importancia de la reutilización de residuos.


“Consciencia Circular” es el nombre que engloba esta iniciativa que lograban desarrollar fuera de la hora de clases desde hace tres años. Se trata de una comunidad que tiene como propósito la educación ambiental y que “claramente no está en el curriculum escolar, así que comenzamos en nuestros horarios de colación a hacer talleres, propuestas que teníamos e inicia esto de explicarle a los chicos en qué consiste el calentamiento global, el efecto invernadero, ver la economía en la que nos encontramos como ciudad y a nivel regional. Así parte el tema de reciclar, de generar conciencia en los estudiantes de enseñanza media primero, creando forjadores ambientales y darles a conocer que ellos son los actores principales de este cambio”, relata Camila.

Ha sido un trabajo que no solo involucra a los alumnos, ya que los apoderados también se han hecho parte participando en talleres que estas dos docentes realizaban, como de huertos urbanos y charlas en el colegio. Al poco tiempo esto fue tomando forma con la vinculación entre instituciones y la primera de ellas fue el Colegio Corona de Iquique.
“Ellos son pioneros en esta materia, así que comenzamos a articular, capacitamos a los chicos que ya venían con algo de conocimientos y se fueron consolidando. Ya en el tercer año empezamos a involucrar a toda la comunidad educativa, realizando charlas de reciclaje para el colegio junto a Denis Morán, la recicladora base de Iquique. También hicimos lineamientos con otras personas, aquí en Alto Hospicio trabajamos con Sergio Romero, quien es reciclador base encargado de la comuna y trabajamos el tema de los huertos con la municipalidad y ya con eso pasamos al tema de gestión de residuos orgánicos”, agrega Orellana.


VERMICOMPOSTAJE

Según datos del Ministerio del Medio Ambiente, en Chile solo el 5,6% de los residuos sólidos es recuperado y reciclado, de un promedio de un kilo de basura al día por cada chileno, y los desechos orgánicos representan el 15% de ese porcentaje. Además, se estima que más del 50% de los desechos que van a la basura en los hogares chilenos, corresponde a restos de frutas y verduras.

Esos desechos son a su vez, los más difíciles de recolectar a nivel urbano, por su posible contaminación con residuos no orgánicos. Por eso, cuando estas motivadas docentes comenzaron a trabajar con los huertos urbanos, se percataron que existían otras problemáticas respecto a su mantención.
“Empezaron a existir muchas problemáticas respecto al riego, el suelo, el territorio salino, cómo cultivar nuestro suelo y una cosa nos fue llevando a la otra y ahí llegamos al vermicompostaje, propiamente tal y ahí nos enamoramos de este sistema”, cuenta Camila.
Así fue que comenzaron a apuntar a la educación ambiental que tiene que ver con el vermicompostaje, a la economía circular y a la gestión de residuos, viendo que sería un emprendimiento importante y de mucho beneficio para la Región de Tarapacá. Además, comenzaron a fabricar vermicomposteras, las cuales las venden y a la vez enseñan y hacen un seguimiento del proceso.

Un sistema que en Chile y en esta zona tomó fuerza, ya que muchos hogares lo utilizan y según las profesoras, va en ascenso. “Es por eso que ‘Conciencia Circular’ toma ese rumbo, a partir del interés de las personas. Hay grupos focales, como los adultos mayores que siempre se han interesado mucho por la jardinería y sus hijos son quienes acceden a nosotros para adquirir su vermicompostera”, comenta Andrea.

Entonces, ¿qué es el vermicompostaje? Es el proceso en el que la lombriz roja californiana, se alimenta de residuos orgánicos para transformarlos en humus, un fertilizante 100% natural. Usar una vermicompostera, ayuda a reducir significativamente la cantidad de desechos orgánicos domésticos, al transformarlos en abono para nuestras plantas.
“Nos llamó la atención, partió todo como proyecto piloto. Nosotras partimos haciendo nuestras vermicomposteras en casa, muy artesanal, después comenzamos a darle forma, comenzamos a estudiar, hicimos capacitaciones y cursos. Trabajamos con comunidades de la cuarta y quinta región, porque allá se realizada hace muchos años, de los 90’ acá en Chile con vermicompostaje”, comenta Camila.

Para estas docentes dicha labor se hace en conjunto y en familia, donde los niños aprenden participando en todo momento. “Ellos ven que hay un proceso de transformación, donde dejan sus residuos y al mes ya todo eso está negro y las lombrices están cambiando. Luego, su mamá pasa por otro proceso de cosecha y ven que lo ocupa en sus plantas y después las ve cambiar, por ejemplo, a un verde intenso, las propiedades que le pudieran faltar a las plantas y si tiene un follaje más frondoso. Es todo un cambio, es un ciclo que se cierra y que también se usa mucho en los huertos”, explica.
También agrega el tiempo de aprendizaje que se invierte fuera de una clase tradicional, “donde cultivo mi suelo con las lombrices, germinan mis semillas, estas dan frutos, el cual me lo como y lo que no me puedo comer va de nuevo a la tierra y así sucesivamente. Es ahí donde apuntamos a economía circular”, agrega la docente.

Dentro de lo que ofrece “Conciencia Circular” con sus vermicomposteras, se encuentra también el acompañamiento, ya que esto involucra conocimientos y asesorías. Un sello distintivo que tienen estas profesoras, en comparación a otras empresas que se dedican a lo mismo.
“Los acompañamos desde que adquieren la vermicompostera hasta que ya se cosecha el humus. Con la pandemia no hemos podido hacer seguimiento en las casas, así que lo hemos hecho de manera online, con videollamadas y eso también marca la diferencia y las personas que forman parte de esto lo valoran, que es la preocupación constante de hacer este seguimiento”, comenta Andrea.
Sus inicios fueron con cajas de plumavit y con el tiempo aprendieron a mejorar el producto para que fuera fácil de transportar para una familia en su hogar. A través de sus redes sociales, la organización entrega sus diferentes servicios que no solo se ven reflejados en el producto, sino que en información y contención ante cualquier inquietud.
Hace poco, ambas mujeres registraron la marca “Conciencia Circular” en el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI), por lo que hoy se han consolidado como marca de productos y servicios.

Andrea Ramos Leiva / Fotos: LaQuinta-news

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