El fruto de esta planta se deja secar y contiene propiedades benéficas para la salud.

Los cultivos que florecen en el desierto más árido del mundo, son aprovechados hace más de 12 años por la marca “Aromas del Altiplano” de Cecilia Andrade, una mujer enfermera que decidió emprender con su propio negocio y trabajar con la rica rica, la chachacoma y la quenua, entre otras plantas y árboles que se dan al interior de la I Región de Tarapacá.

Con estas bondades que brinda la tierra ha fabricado jabones, aromaterapias y cremas, pero su producto más característico son las coloridas luffas que cuelgan en su local.

Se trata de una planta enredadera de la familia de las cucurbitáceas, de donde provienen también el zapallo y calabaza, que una vez generado su fruto se deja secar a tal punto que se obtiene una esponja biodegradable.

Entre sus usos están los relacionados con la piel, puesto que sirven para exfoliar, eliminar las células muertas, vellos encarnados, mala circulación y celulitis, así como también es muy conveniente utilizarlos para lavar las ollas.

La luffa es un súper implemento que se produce a través de una semilla y que aparece después de pelar su cáscara verde, para finalmente ser útil en la cotidianeidad de las personas.

Esporádicamente son teñidas por Cecilia con anilina vegetal y las comercializa en su local ubicado a un costado del Teatro Municipal de Iquique, a dos mil la más pequeña y cuatro mil la grande.

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