Ejemplar tenía un cabo de lastre enredado en su cola, lo que le impidió nadar. En tres años, siete cetáceos han muerto frente a las costas de esa comuna por factores relacionados con actividades humanas, principalmente colisiones con grandes embarcaciones y esta última por enmalle.

El hallazgo de una joven ballena azul muerta en la Bahía de Mejillones, evidenció nuevamente los peligros que enfrentan estos mamíferos en las costas de la región, donde varias especies llegan cada año buscando alimento.
Según información proporcionada por el Centro de Investigación de Fauna Marina y Avistamiento de Cetáceos (CIFAMAC), la ballena encontrada el domingo a pocos metros de la costa mejillonina era un ejemplar hembra, de 12,75 metros de largo que, por su corta edad, posiblemente viajaba junto a su madre.
“La causa de muerte fue por enmalle con un cabo con lastre, que tenía en su cola, lo que le impidió seguir nadando y posiblemente provocó que se ahogara. Durante la necropsia tomamos muestras de distintos órganos, incluyendo los pulmones, para seguir con la investigación”, explica la ecóloga marina, Maritza Malebrán, integrante de CIFAMAC y coordinadora del proyecto Impacto del Cambio Climático en la Biodiversidad Costera, que realiza la Universidad de Antofagasta con Fundación Minera Escondida.
La muerte de esta ballena se suma a una larga lista de decesos que tienen como denominador común la acción de seres humanos. Durante los últimos tres años, ocho ballenas han aparecido muertas en la costa de Mejillones. De ellas, siete murieron tras colisionar con grandes embarcaciones y la última corresponde a la joven ballena azul que murió enredada en el cabo de pesca.
Pero el problema podría ser mucho mayor, según advierte Maritza Malebrán, pues sólo hay registro de menos del 10% de las ballenas mueren. “La mayoría lo hace mar adentro y jamás son detectadas”, afirma la investigadora.

Alimento

Mejillones es una zona de alimentación natural para las ballenas debido a la corriente Humboldt, que favorece la proliferación de especies como el krill y la anchoveta, que son fuente de alimento para estos grandes cetáceos.
Observaciones de CIFAMAC han detectado en la zona la presencia de ballena de aleta, ballena jorobada, ballena azul y ballena bryde, ballena franca austral y ballena minke, lo que convierte a Mejillones en una zona muy importante para la conservación de estos animales marinos.
Malebrán explica que muchas de estas especies hacen un alto en su ruta migratoria a través del Pacífico para alimentarse en Mejillones, donde pueden permanecer algunas semanas junto a sus crías, principalmente entre en los meses de noviembre y marzo.


En la necropsia practicada a la ballena azul se encontró dentro de su estómago abundancia de krill, que es un pequeño crustáceo parecido al camarón, lo que ratifica que el mamífero estaba alimentándose en la bahía.
“Las ballenas son súper protectoras de sus crías, siempre están pendientes de ellas. Pero en este caso el ejemplar quedó enredada con una malla muy pesada y eso imposibilitó que siguiera migrando con su familia”, dijo la investigadora.

Pérdida

Actualmente las ballenas azules se encuentran bajo amenaza en todo el mundo y por eso la muerte una ballena juvenil hembra es la peor de las noticias.
“Las ballenas azules viven entre 80 y 90 años, debemos considerar que entre los 5 y 10 años ellas alcanzan su madurez sexual, y pueden tener una cría cada dos o tres años. Entonces, son un total de 15 crías que no llegan a nacer por una muerte de una ballena hembra juvenil”, precisa Malebrán.
Además, la investigadora recalca que las ballenas son agentes muy importantes en el ecosistema marino y para el planeta, pues una sola de ellas a lo largo de su vida puede absorber el mismo CO2 que miles de árboles y entregar una gran cantidad de nutrientes importantes al océano.
En cuanto a la protección de estos mamíferos, Maritza Malebrán explica que se está trabajando con la Municipalidad de Mejillones, Gobernación Marítima y autoridades portuarias en un código voluntario de navegación de buques mercantes para evitar las colisiones, iniciativa que es lidera por la académica de la Universidad de Antofagasta, Dra. Ana García Cegarra, y CIFAMAC.


“Otra medida para proteger a estos grandes cetáceos es evitar el abandono de redes de pesca y cabos utilizados en cultivos, que pueden ser ingeridas por las ballenas o causar muertes por enmalle, y asimismo, debemos tener conciencia de la basura que producimos e incentivar el reciclaje para que no llegue al océano”, afirma la experta.

Amenaza

El problema que tiene bajo amenaza a las ballenas radica en que Mejillones, además de ser una zona de alimentación, es también una de las áreas portuarias con mayor movimiento en el norte del país, por lo que constantemente circulan por sus aguas grandes embarcaciones mercantes.
“Ellas están concentradas en alimentarse y no alcanzan a reaccionar cuando estas embarcaciones vienen a velocidades mayores a 10 nudos, produciéndose colisiones. Además, hay estudios que demuestran que las embarcaciones, al tener los motores en la popa, crean una especie de sombra acústica que hace difícil para las ballenas escuchar el barco que viene mientras se alimentan”, indica la ecóloga marina.
A esto se suma la actividad pesquera que existe en esa comuna y que, como en el caso de la ballena azul, con sus redes, cabos y desechos, pone en riesgo a las ballenas.

Por : Iván Pereira Pizarro / Fotografía : Cortesía

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