“Pasas a ser adulto cuando admites que ya no podrás ser astronauta”, al menos eso afirma un meme que circula en las redes y que representa, de alguna manera, el sueño prácticamente inalcanzable de todo niño, de mirar los cielos e imaginarse pertenecer a esa estirpe de héroes que tripulan una nave espacial. Sin embargo, este no fue el caso del astronauta Felipe Ignacio Suazo González, un joven nacido y criado en Iquique, que inició su educación básica en el Manuel Castro Ramos, hasta completar sus estudios en el colegio Humberstone.
Hace algunos años el tema espacial no era muy difundido en Chile y se presentaba como algo muy lejano e imposible para un niño iquiqueño, Felipe pensaba que eso pasaba solamente en Estados Unidos, Rusia, Alemania o Japón. Quizás por esa razón más que mirar al cielo, puso los ojos y pies sobre la tierra, o quizás un poco más abajo.
“Cuando yo era joven lo que más me gustaba era el tema de la arqueología, como Indiana Jones, me interesaban más las culturas enterradas, los fósiles o las distintas piedras preciosas”, indicó Felipe. Esa fue la razón por la que decidió, una vez terminado sus estudios de enseñanza media, viajar hacia Antofagasta para estudiar geología en la Universidad Católica del Norte.
No fue hasta el año 2014, cuando a causa del terremoto, Felipe tuvo que interrumpir un semestre; época en la que volvió a Iquique y reinició otros estudios en la Universidad Arturo Prat. De acuerdo a sus palabras ese cambio fue “para estar con mi gente y egresar como ingeniero civil industrial”.
El terremoto no fue el único evento que forjaría el carácter de Felipe. Fue en el año 2017 cuando autoridades de la UNAP y del Proyecto FIC de Medicina y Biología en Altura, invitaron a la Astronauta de la NASA, Jamie Guined, a dictar una Conferencia en la Universidad Arturo Prat (UNAP), para evaluar la viabilidad de desarrollar el proyecto Hábitat en la Región de Tarapacá.
Felipe, comentó: “cuando vi esta oportunidad, me di cuenta de que uno puede echar abajo varios miedos, por ejemplo, el tema de la brecha del conocimiento. Uno siempre piensa que para ir a la NASA se necesita ser un genio en todo y la verdad no fue el caso. Me di cuenta de que podía hacer mucho más de lo que pensaba, que podía hacer estando en terreno. Que al conversar podía exponer mis ideas y contribuir en las investigaciones que estaban realizando, aportando con comentarios, por supuesto. Ahí me fui dando cuenta que en realidad esto me estaba gustando”.
Ya en 2019, Felipe participó en la capacitación del proyecto Possum; un entrenamiento que permite obtener una certificación para llevar a cabo investigaciones en terreno, y para realizar investigaciones, como la observación de las nubes atmosféricas polares en la misma esfera a través de vuelos a cargo de Virgin Galactic, donde se puede ver la curva del planeta Tierra y finalmente observar cómo interactúan estas nubes y cuál es su composición eléctrica.
Lo más importante, es que esta iniciativa fue el primer acercamiento al tema espacial que comenzó a desarrollarse en ese tiempo en la región, gracias a las gestiones de la casa de estudios, a las extraordinarias condiciones geológicas y climáticas que proporciona el Desierto de Atacama, y a la cercanía de la costa con el cordón montañoso de Los Andes.
Se trata de una investigación por parte del Instituto de la Salud en Altura, que hizo estudios respecto al comportamiento de los triglicéridos en ratones de altura bajo hipoxia, o sea, con bajo nivel de oxígeno. Ese paper salió publicado llegó a la NASA y generó el vínculo con la Universidad Arturo Prat. Inicialmente participarían solo miembros del Instituto de Salud de Altura, pero gracias a negociaciones se consiguió que también un estudiante de pregrado que perteneciera a la a la universidad pudiera postular a estas capacitaciones e intercambio.
En un principio las clases fueron hechas de manera virtual para para contextualizar lo que sería una experiencia presencial. En marzo del 2019 Felipe viajó a Estados Unidos y tuvo un entrenamiento práctico, especialmente relacionado con el uso de trajes espaciales, viajes en aeroplanos y entrenamiento de la fuerza de gravedad positiva y negativa.
Felipe fue a conocer a astronautas que han ido al espacio, quienes le transmitieron sus experiencias y conocimientos. Compartió con diferentes figuras, entre ellos Winston Scott. Además de astronautas, también conoció a profesionales, científicos, técnicos y personal del más alto nivel, personas que dan soporte a estas tecnologías que permiten explorar ambientes absolutamente hostiles para la vida humana, como los desarrolladores de trajes espaciales que hoy en día están trabajando en el traje del programa Artemis 2024.
“Conocí gente de distintos espectros y distintas posibilidades, donde se mezcló también el entrenamiento de cámara que genera la condición de hipoxia, donde se disminuyen los niveles de oxígeno en el cuerpo. Fue un entrenamiento transversal donde llevas al extremo el impacto físico y psicológico que se genera, para ver cómo incide finalmente todo esto en la persona”, señaló Felipe.
Pero el deseo de ser astronauta se enfrenta con una rigurosa realidad, después de entregar exámenes físicos, psicológicos, fisiológicos, además de enfrentar entrevistas en español y en inglés, fue seleccionado a una precalificación para ser astronauta. Aunque en Chile no existe un protocolo que pueda refrendar su experiencia, Felipe continuó informándose a través de otras agencias espaciales y pudo comprobar que se encuentra en un proceso para ser candidato a astronauta. Indicó: “formándome y desarrollando las competencias, aproveché mucho la pandemia para seguir estudiando y participar en las distintas actividades que estaban cambiando de presencial a virtuales, lo que me llevó a convertirme en un astronauta análogo. Esta fue una formación extra que hice en Polonia, la cual estaba certificada por la agencia espacial polaca”. Enfatiza con su pausado entusiasmo.
Oportunidades para potenciar el tema espacial en Chile
Chile es una referencia mundial en astronomía por su ubicación geográfica, si bien es cierto, que los proyectos que se desarrollan no son chilenos, el hecho de que se ejecuten en territorio nacional ha dado una oportunidad a muchos científicos chilenos. Como el caso de Paulina Lira de la Universidad de Chile, quien realizó un hallazgo de carácter mundial en la investigación de agujeros negros desde el observatorio Alma, ubicado en la región de Antofagasta.
Para Felipe Suazo lo más importante es otorgar oportunidades a las nuevas generaciones. Comentó: “la región podría también ser líder en el entrenamiento de astronautas, porque los entrenamientos de astronautas los hacen en lugares extremos, como la Antártica o el desierto”. También, señala que el desierto de Atacama es el único a nivel mundial que tiene las condiciones para ello, tanto por el nivel de carencia de humedad, como por las oscilaciones térmicas, es decir, por las diferencias de frío y calor dentro del día y la noche, y las condiciones parecidas al ambiente de Marte, lo que se podría pensar en un campo de entrenamiento y de formación de astronautas a nivel nacional y extranjero.
Felipe va más allá de solo pensar en los futuros tripulantes, señala: “podría ser un punto de reunión de mucha gente, de mucha masa crítica que puede enseñar, que puede transmitir los conocimientos, algo similar a lo que con lo que ocurre con el observatorio Alma investigaciones, que contribuye dándole oportunidades a chilenos para que ingresen a los equipos de investigación”. Felipe considera que es una tremenda oportunidad de desarrollo, que la industria espacial es prolífica en desarrollar nuevas tecnologías que más tarde terminan en productos de consumo como el caso de los computadores, el velcro, el teflón, o la cinta 3M.
“Se podrían hacer cosas que pueden ser utilizadas en el espacio, como pilas o ropa que tenga esta micro fibras de cobre. También, se podría incentivar que la ropa no tenga que ser limpiada de manera frecuente. Estamos pensando en la optimización de los recursos hídricos, en el espacio que también se necesitan acá en la Tierra. Se puede pensar en que necesitamos recursos hídricos, en que podemos utilizar el cobre, el litio, desarrollar un producto pensando en el emprendimiento, o en el emprendimiento espacial”, sostiene.
En la actualidad la carrera espacial de la guerra fría ha sido reemplazada por tiempos de cooperación científica e ingreso de otros actores en la industria del espacio, y han dado la oportunidad a empresarios privados que inviertan en tecnologías y turismo espacial, ese es el caso de las firmas Virgin y Space X, al que se suma la agencia rusa que acaba de enviar a un magnate japonés a orbitar la Tierra. India, China, y países árabes ya están de lleno en estas empresas celestes, ya no es el tema la guerra fría ni de viajar al espacio para clavar banderas en cuerpos celestes, sino que comienza una era de oportunidades de negocio espacial.
En ese contexto, nuestro starman sueña con viajar al espacio. No está seguro de poder llegar a Marte, pero sí tiene la necesidad de volar. “En realidad hay gente que me ha preguntado cómo y a dónde. Estoy decidido a prepararme para ir y ver el planeta desde arriba. Quiero tener esa impresión psicológica que tienen muchos astronautas, el efecto perspectiva al mirar la Tierra desde afuera y ver una frágil bola azul en un fondo negro que te diga que en realidad los problemas que nos agobian y que de cerca son tan grandes para uno, viéndolos desde el espacio no son como pensábamos”.
Una ambición concreta que tiene Felipe es motivar a las futuras generaciones en esta línea. Asegura: “ahora se trata de cuidar el planeta, pero no restringirse solo a ello, no solamente debemos pensar como especie humana en quedarnos acá en la Tierra, quiero pensar que nos vamos a convertir, nos guste o no nos guste, en una especie interplanetaria”. Y mientras eso ocurre, desea que Tarapacá ponga atención en los incentivos tecnológicos para desarrollar una industria espacial, ya que eso asegura que los inversionistas, desarrolladores y emprendedores van a estar con los ojos pendientes en la región.
“Creo que estamos en un serio problema de exceso de información gracias al internet. Si tengo toda esta información disponible, tengo que ver cuál es la información más precisa y bajo ese tema el mejor camino”. Continúa diciendo que es verdad que un artículo científico no suena atractivo para un joven, pero enfatiza en que hay que hacer un esfuerzo, informarse bien y no quedarse con lo fácil, porque se cae en una línea peligrosa que es la ignorancia. Agrega: “respecto a si el hombre llegó o no a la luna, creo que en vez de dejarse seducir por la fantasía negacionista, es mejor averiguar fuentes fidedignas y confirmar las distintas muestras recogidas, o los espejos dejados por astronautas, los cuales se utilizan hasta hoy en día para medir con un rayo láser la distancia de la Luna con la Tierra”, en esta parte se emociona y afirma defendiendo el legado de la agencia que le permitió especializarse: “yo lo acepto como hecho de ciencia, están los hechos y no solamente fue un viaje, fueron cinco”.
Después de haber realizado una pasantía en la Nasa, gracias al convenio que se estableció entre una universidad local como la UNAP con la agencia espacial más emblemática del mundo, Felipe Suazo pensó en tomar acciones y no solo en atesorar esa vivencia como una experiencia única. Finalizó diciendo: “cuando llegué dije, bueno, quiero hacer algo, porque me di cuenta de que en realidad en Chile no se hacía nada. Ahí comencé toda esta aventura de tomar mi camino personal para ser astronauta y, a su vez, de tomar un camino que busca generar y otorgar oportunidades a las nuevas generaciones. Quiero vincular el tema espacial, para que no solamente que se quede en mí, para que el tema no se extinga conmigo”.
Por: Paula Herrera / Fotografía: Keyla Larrea G.
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