La casa de Edmundo Rojas es el laboratorio para construir ideas ecológicas.
Al finalizar cada reunión junto a sus vecinos de las organizaciones comunitarias en las que participaba, pedía cinco minutos la palabra para transmitir su visión sobre el medio ambiente y los efectos que traerá si el comportamiento de cada persona no cambia con respecto a la contaminación.
Este consejo venía de Edmundo Rojas, el hombre de 78 años que se hace cargo del nuevo punto limpio que tiene el sector El Boro en Alto Hospicio y que está instalado en su propio hogar. Allí recuerda que el living acogió a todos los que estaban interesados en este tema, formando más tarde el gremio Recicladores de Tarapacá; mientras que en el patio de su casa, tiene colgados los jumbos que cargan el reciclaje que llevan los mismos habitantes o las empresas.
En el frontis de este lugar, que está ubicado en la Ruta A-616 con Jericó (parcela N°8), están las tres persianas para depositar el plástico y las latas, aunque también junto a su compañera y vecina Nelly Jaramillo (65), salen por las tardes pedaleando en una bicicleta cargo y se dedican a juntar más residuos que abundan por las calles.
Ser empáticos y abrir los ojos frente al cambio climático, es primordial para este iquiqueño y ex armador, quien ha tratado de transmitir esta información a sus vecinos desde principios del siglo, cuando regresó del sur para vivir en Alto Hospicio. “Miren cómo vivimos, en el estado que vivimos, tenemos que tomar consciencia sobre la basura que estamos botando, si queremos ver a nuestras futuras generaciones fuertes y bonitas”, eran algunos de los dichos de Rojas para su entorno.
Con la experiencia que ha desarrollado durante ya dos décadas, hoy con lamento reconoce que “cuando la gente vive en la basura bota más basura” y esa supuesta aseveración pretende erradicarla fomentando el reciclaje, la responsabilidad de los desechos y con ello, generar más espacios verdes para el entretenimiento de los niños.
El terreno en el que habita se ha convertido en un real laboratorio para llevar a cabo ideas que disminuyan la huella de carbono, como por ejemplo, el que ha estado haciendo hace aproximadamente un año, reconstruyendo electrodomésticos, sillas, radios, entre otros, para revenderlas a un bajo costo.
En esta chacra también se dan las plantas de maracuyá, kalanchoe, suculentas y otras especies que ocupan un lugar importante dentro del patio, ya que son el pasatiempo favorito de Edmundo y donde también logra cosechar sus propios vegetales.
Con toda esta labor, la ayuda de Nelly se ha hecho sentir en cada proceso, puesto que ella también comparte estos principios y se informa sobre los cambios que vayan ocurriendo en torno al medio ambiente.
Se pone sus guantes y comienza a cortar las botellas de plástico para sacarles el aire y luego, explica que todo lo que hacen es “tratar de estimular con un granito de arena, pero yo creo que esto es un problema cultural, yo creo que hay que hacer toda una enseñanza, de ahí se parte, pero dentro de lo que se puede hacer la gente entiende con cosas tan simples como poner un letrero y nos llenan las bolsas, la gente está esperando a que se le estimule más esa parte”.
Ambos sacan adelante el punto limpio que se inauguró hace alrededor de tres meses para la comunidad, con el propósito de que vayan en ascenso las instalaciones de campanas para cada tipo de residuos en lugares públicos del barrio y de esta manera, potenciar la frase: “Por un Boro limpio”.
Francisca Cabello Iriarte / Fotos: Keyla Larrea Gutiérrez / LaQuinta-news
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