“Si supimos vencer el olvido soportando un ocaso tenaz evitemos que en estos instantes el progreso nos pueda cegar”.
El himno de Iquique definitivamente es profético, hoy nuestra conurbación Iquique-Alto Hospicio es una potencia económica en comparación a similares dentro de Chile y a países vecinos.
Pero en el siglo pasado, cuando nuestros padres y abuelos habitaban un Iquique sin Zofri ni semáforos, e inocentemente se invocaba a ciegas el progreso. Ese Iquique del Bazar Obrero, de la Casa Lala y del Ragú. Ese Iquique con “olor a dólar” y de los espectáculos en la Casa del Deportista o en el Paseo Balmaceda, el puerto de las victorias con sus caballos esperando pasajeros en el mercado. Ese Iquique, donde el aroma no lo daban las flores sino el pescado frito, el guiso de lapas, o el arvejado de pollo con papas fritas; preparado con pollo fresco, iquiqueño, criado en Bajo Molle, el que dio vida a Los Pollos Chirinos.
A mediados de la década de los sesentas, cuando Bajo Molle era una tierra casi incógnita, una familia iquiqueña de ascendencia ítaloperuana, decidió trasladar su emprendimiento avícola al sur de la “Tierra de Campeones”, y abastecer el mercado local con huevos y los apetecidos pollos broiler.
Un joven visionario, Humberto Chirinos Agurto, decide acompañar a su padre en el negocio y con su esposa, se trasladan en carpa para cuidar y reproducir las aves. “Por el año 1965, con mi padre y mis hermanos teníamos una empresa de criadero de aves y en ese instante Bajo Molle, era desierto. En Iquique, en Céspedes y González, antes calle Unión, estaba nuestra chacra que se llamaba San Antiguo, era una quinta donde funcionaba un criadero, y yo venía acá a Bajo Molle a dejar los desechos en este sector, porque era lo más alejado de Iquique. Y así fuimos viendo este sitio y la familia se amplió y optamos por solicitar acá este terreno en Bajo Molle. Inicialmente tomamos la parte de abajo y posterior me separé de la sociedad de mi papá y yo me instalé acá, arriba. Me vine en una carpa con mi señora, Luisa Ocaranza Vera, a construir este criadero”. Pero este ingeniero mecánico no se quedaba tranquilo en una ciudad que tenía el rito sagrado de la siesta, y comenzó a construir sus propios sistemas, máquinas y herramientas, mientras comenzaba a forestar parte de los terrenos donde hoy funcionan importantes empresas de la ciudad.
De ella destaca la fábrica de adocretos y servicios Chirinos, que fabrica y comercializa productos bajo procesos sustentables. “Debido a nuestra fuente de energía proveniente de paneles fotovoltaicos, la cual, alimenta la planta de fabricación de adocretos, que además proporciona energía eléctrica a nuestros galpones e instalaciones, también cargamos las baterías de grúas horquillas eléctricas”, señala. Humberto Chirinos ilumina sus ojos con expresión de orgullo, certeza y el brillo de los que multiplican lo que se ha recibido, cuando nos comienza a comentar lo difícil que fue reiniciar emprendimientos.
UN VIAJE AL PASADO
Como a muchos chilenos, los cambios políticos y económicos del ´73 afectaron el negocio de don Humberto Chirinos y al no poder continuar con su empresa avícola, se convirtió en una especie de quijote, Mc Giver, y Mark Watney en Misión Rescate.
Mientras se reinventaba en los ochentas y continuaba desarrollando empresas en el terreno que habitaba, comenzó a transformar este desierto en un pequeño vergel como él lo define. “Eso fue como un hobby en realidad, porque el desierto y el calor que hacía acá, era prácticamente 90%, 95% eran de días soleados. Este año hubo una modificación, sí, pero bueno, por naturaleza humana uno siempre necesita tener verde, un patio con verde. Entonces nació este pequeño oasis acá en el norte”, indicó.
Tiene aproximadamente media hectárea de olivos, naranjos y limones, además de flores, guayabas en tecnosuelos sobre contenedores de neumáticos reciclados, tomates sembrados en galerías de muros de contención, que forman junto a la casa señorial un paisaje campestre e inverosímil a la vez, porque está ubicado en el íntimo corazón de un sector industrial donde predominan la dunas del Cerro Dragón, las faldas de los cerros Esmeralda y Tarapacá y las nubes de polvo que emite el tránsito vehicular de las empresas y el nuevo acceso, que circulan en calles en total abandono fiscal.
Quizás lo más interesante del perfil de este empresario, es su auténtica determinación ambiental, mucho antes de la tendencia global él estaba innovando y marcando su sello verde. “En un comienzo yo pagaba el agua, pues regaba mi parcela con agua potable. Hace 15 años puse una planta de aguas servidas, como no había alcantarillado, entonces diseñamos una de las primeras plantas para recuperación de aguas, la instalé con una capacidad para 30.000 metros cúbicos de reciclaje por día”, señaló.
Este incansable empresario avícola cambió de rubro y comenzó a fabricar adoquines de concreto y distintos productos para la construcción, pero lo novedoso de su producción es que es absolutamente verde, utiliza el agua que recicla y sus máquinas son accionadas al 100% con energía solar, posee una planta con capacidad para 160 Kw hora, así nos comenta el ingeniero eléctrico Armando Rojas, de la empresa de energías renovables Etfarp, quien asesora a empresas Chirinos: “nosotros instalamos y hacemos asesoría a todo el sistema fotovoltaico e instalación de plantas solares. Sistemas de online off line, para mejorar el factor de potencia en las empresas de Don Humberto. Este sistema se proyectó para los consumos de todas las empresas que están interconectadas al sistema. Entonces, toda la potencia que se genera en el día se entrega como carga a todas las compañías”, aseguró.
Armando Rojas también nos comenta que el sistema interconectado de Humberto Chirinos, efectúa un mejoramiento continuo a las condiciones y a la variante eléctrica de toda la zona de Bajo Molle, y eso es un aporte que hace de manera desinteresada a los vecinos del sector. Indica: “estos inversores son de procedencia china, y son de muy buena calidad. Es un sistema que aparte de generar correcciones como eliminar armónicos, también trasciende y elimina fluctuaciones. De hecho, el momento en que esta planta se conectó al sistema aquí, mejoró la calidad de la energía eléctrica en todo Bajo Molle, porque los correctores hace tiempo los tiene incorporado. Es una energía limpia y totalmente estabilizada en frecuencia y en fase”. Nos explica el ingeniero eléctrico, que además, no puede ocultar el entusiasmo de participar en este proyecto de alto impacto positivo tanto ambiental como comercial. También nos comenta que es un software muy avanzado que se interconecta con los paneles y corrige variaciones en el clima.
Visionario ambiental
Al recorrer los enormes galpones industriales diseñados personalmente por Humberto Chirinos, donde funcionan las diversas empresas de su grupo como importación y arriendo de maquinarias eléctricas, prefabricados de hormigón, transporte de carga, sistemas de energía fotovoltaica, arriendo de galpones y las primeras bodegas autosustentables en el mercado dentro de la región, elaboradas con contenedores reciclados y ocupando energía 100% fotovoltaica para su funcionamiento.
Como decíamos al comienzo, el Iquique actual es una urbe con todos los vicios y beneficios de cualquier ciudad global, hiperconectada y cosmopolita del siglo XXI. Entonces, ahora tenemos la posibilidad de comparar los dos modelos de desarrollo a seguir. Por un lado, el extractivismo consumista que invoca a moros y cristianos a la supuesta “fiebre del oro chileno” y puerta de entrada de todos los desechos textiles y tecnológicos del primer mundo. O un modelo amigable con el planeta, sostenible en lo económico y pertinente con los tiempos de crisis ambiental y social, una economía basada en más innovadores como Humberto Chirinos.
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