Específicamente en la parcela 11 de Tierra de Jehová (ex colonia agrícola de Pintados), un poblado a más de 54 km al sureste de la capital de la región de Tarapacá se encuentra la familia Chandia Moreno, fundada por un Iquiqueño y una pampina nacida en Salitrera Victoria, que forman parte de una primera serie de proyectos que adelantan la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) y la Seremi de Agricultura de Tarapacá a través de tres unidades hidropónicas.

En un terreno de 250 m², Pablo Chandia Chagua junto a su familia han implementado un sistema de invernado hidropónico que les ha permitido producir lechugas con una menor cantidad de agua en ambientes controlados.

Chandia Chagua es agricultor desde los 12 años, y a sus 62, resalta que la hidroponía es una alternativa que permite desarrollar un sistema de cultivo más limpio, poco forzado, sin utilizar el suelo y que además optimiza la calidad del producto final con el uso de menor recurso hídrico, como los tradicionales. 

Por su parte, Pamela Chandia (hija), destaca que el desarrollo del proyecto se ha traducido en el trabajo en equipo de toda la familia, quienes se involucran en cada proceso del cultivo hidropónico de la hortaliza, que implica la aplicación de una solución nutritiva, el control climático de humedad y de temperatura que permita el estado ideal de desarrollo, entre otras destrezas.   

Proceso y producción 

El sistema implementado cumple un proceso reciclable, no solo del agua sino también el de electricidad través de paneles solares que permiten la generación de energía limpia.

En su última cosecha alcanzaron una producción de 720 unidades de lechugas hidropónicas, que hoy son consumidas no solo por los habitantes de Pozo Almonte, sino además de Iquique y Alto Hospicio, un mercado que esperan cautivar con mayor cantidad de productos en próximas recolecciones. 

Para los Chandia Moreno, su proyecto comenzó con la instalación de los sistemas de riego para hidroponía en invernaderos bajo malla en cuya ejecución demoraron al menos tres meses, sin embargo, en la actualidad, la producción les permite proyectarse con una producción sobre las 2800 unidades hidropónicas, y no descartan desde ya ampliar la oferta de otros cultivos como la albahaca menta, albahaca limón y la espinaca para así llegar a nuevos mercados en la región.

“Nuestra intención es llevar un producto de calidad a la mesa y que a su vez sea accesible para todos los consumidores sin tener que llegar a un supermercado y pagar hasta tres veces su valor”, dijo Pamela Chandia. Para ello, la comercialización de las lechugas que cultivan la familia Chandia está a cargo de sus miembros y tiene un costo que oscila entre 500 y 600 pesos.

Ventajas 

Para núcleo familiar este concepto hidropónico tiene profundas ventajas para cientos de personas, en el caso de directo de sus productores el hecho de poder cultivar a bajo costo vegetales con un crecimiento rápido y más nutritivos. 

Otra característica es el eficiente uso del recurso hídrico, donde la solución mineral que tiene como base principal el agua es reutilizada a través de sistemas se recirculación, la cual permite que ésta se mantenga oxigena y en utilización constante.

Y aunque el desafío más grande que enfrentan proyecto de estas magnitudes son las condiciones extremas propias de la Provincia del Tamarugal, la familia Chandia Moreno es parte de los equipos pioneros en apostar a la hidroponía en el desierto más árido del mundo, cuyos resultados ya comenzaron a rendir frutos, pese a los pronósticos de agrónomos que señalaron que sería a partir del primer año de cultivo, sin embargo, hoy este alimento ya llega a cientos hogares y establecimientos de la región de Tarapacá.

Fotos/ Pintados Hidroponía