El propósito es transmitir estos conocimientos a más personas, a causa de la escasez de agricultores.

Quien haya ido alguna vez al pueblo de La Tirana, sabe muy bien que para el día se lleva ropa fresca y durante la noche se hace imperativo utilizar ropa muy abrigada, debido a las bajas temperaturas. Este es el panorama que se vive en la Pampa del Tamarugal durante todo el año y por eso, es que a la hora de pensar en la agricultura, se ve complicado el tener un clima tan extremista.
Sin embargo, el iquiqueño Luis Astorga (42), quien vive hace más de 30 años en Playa Blanca, ha logrado cultivar hortalizas para sus amigos, contactos y restaurantes, con el invernadero de Agrícola Tamarugal. Este emprendimiento surgió de un viaje que realizó junto a su padre en 2009, cuando conocieron Israel en una gira tecnológica.
“Fue una inspiración y vi esto mismo, cultivos bajo invernadero, protegidos… Las condiciones son muy parecidas, o sea, las temperaturas, el tema de los vientos en el desierto, es muy similar a lo que tenemos acá”, comenta el también egresado de Biología Marina de la Unap (Universidad Arturo Prat).
De inmediato pensaron en el predio agrícola que adquirió su abuelo hace más de 50 años y luego de buscar financiamiento público, instalaron la primera estructura. En 2012 se presentó la oportunidad de cultivar las uvas del Vino del Desierto de su misma casa de estudios y es algo que hoy por hoy pretenden resurgir.
Mostrando las flores de las berenjenas en fibra de coco y en medio de su cosecha lista, cuenta que ese lugar puede llegar a tener una temperatura de 50°C o 60°C, pero con algunos sistemas de climatización, han obtenido cosechas de lechugas, porotos verdes, zapallos italianos, pimentones y frutillas, todo hidropónico.

Con la ayuda de sus padres ha podido sacar adelante el proyecto y en 2015 obtuvo un financiamiento estatal para posicionar un segundo invernadero. “Siempre he estado buscando formas de conseguir apoyo, porque igualmente no es fácil invertir, o sea acá para hacer agricultura empezando desde cero, hay que invertir y más encima en La Tirana, tiene varias cosas que no son en contra, pero se pone más difícil, aunque nos hemos dado cuenta de que a pesar de que ello, no es imposible”, confiesa.
La idea de tener otro lugar donde producir, pasa también por querer ampliar los productos que se puedan obtener bajo el ferviente sol que tiene durante casi todo el año, a excepción de algunos días nublados o de llovizna.
“Es un tema que se me metió en la cabeza, cuando nosotros lo vimos en Israel dijimos, ‘eso es lo que hay que hacer acá’, porque aquí se hace agricultura, pero es muy precaria y los agricultores podrían vivir mejor, ya que es de subsistencia. Ellos producen una parte, uno para consumo propio y lo otro lo venden, pero casi regalado, entonces nosotros vemos que con este tipo de inversiones podemos mejorar la calidad de vida de un agricultor”
Luis Astorga licenciado en Ciencias del Mar.
Con un sistema hidropónico a base de energía solar y tres estanques de agua, le otorga los nutrientes necesarios a cada planta que luego llega a los clientes de Agrícola Tamarugal, los que son más bien de nicho, una de las pretensiones del sello que pertenece a Mercadito Rústico desde el año pasado.

“Nosotros estamos bien comprometidos con el tema de la sustentabilidad, desde siempre, incluso antes de partir acá ya hacíamos compost en la casa. Mi papa empezó con la idea, lo primero que hacíamos era pescar los restos orgánicos de la cocina y tirarlas al jardín, después armaron un compostador y luego evolucionó a que como Agrícola Tamarugal tenemos el servicio de retiro de desechos orgánicos en restaurantes de Iquique”, explica.
ESCASEZ DE AGRICULTORES
Con sus hortalizas y vegetales, esta familia se logra autoabastecer, pero además comprueba que la producción genera la rentabilidad de la inversión realizada y eso es lo que pretende transmitir entre los demás vecinos con terrenos.
“El discurso que he tenido yo siempre ha sido de que, en vez de tener un agricultor con cien hectáreas, necesitamos cien agricultores con una hectárea, aparte de que repartes mal la torta y puedes tener distintos cultivos. No es la idea de que seamos cien agricultores y los cien produciendo lechugas, porque las vas a terminar vendiendo a $100, entonces la idea es diversificar y lo principal es esto, el sol acá en la pampa (…) nos permite producir todo el año”, sostiene.

Para Luis la realidad es que no hay agricultores en la zona y por eso, insta a los demás a comenzar a hacerlo. Está dispuesto a entregar sus conocimientos desinteresadamente, para que este tipo de iniciativas se vuelvan más recurrentes en la región y es así como también empezó a fabricar huertos caseros en la pandemia.
Con madera construye bancales más altos que los convencionales, con el objetivo de que la gente también pueda comenzar a tener sus propios vegetales en sus hogares y así ir contagiando a más personas en este tema que le apasiona desde el 2009 y que hoy pasa también por una necesidad global.
Por: Francisca Cabello / Fotografías: LaQuinta-news
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